La agencia gubernamental alemana que supervisa las redes eléctricas (Bundesnetzagentur) ha asumido de manera provisional el control de la filial alemana de Gazprom.
“El Gobierno está haciendo lo necesario para garantizar la seguridad del suministro en Alemania, y esto incluye no exponer las infraestructuras energéticas a decisiones arbitrarias del Kremlin”, ha dicho el ministro de Economía Robert Habeck en una rueda de prensa.
“Los derechos de voto de los propietarios de Gazprom Germania se transfieren a la agencia federal de redes, la Bundesnetzagentur, que “puede tomar todas las decisiones necesarias para garantizar el suministro”, ha subrayado el ministro.
La filial del gigante estatal ruso es estratégica ya que se encarga de almacenamiento de grandes cantidades de gas y de carburante en Alemania. La toma de control durará hasta el 30 de septiembre.
El gobierno de Berlín ha llegado a tomar esta decisión drástica después de que el viernes Moscú declara su intención de desprenderse de Gazprom Germania.
Ante la incertidumbre sobre quienes serían los nuevos dueños, el estado alemán ha decidido intervenir para asegurarse de que no haya problemas de aprovisionamiento. El 55% del gas que consume el país procede de Rusia.
Gazprom Germania gestionaba Uno de los mayores depósitos de en Alemania (Rehden). Pero lo tenía casi vacío, al 0.5% del total, cuando lo normal era estar entre 70 al 100% años anteriores. De allí que el estado alemán decidió tomar cartas en el asunto.
La nacionalización de Gazprom Germania llega en un momento de fuerte polémica, mientras los socios europeos debaten la posibilidad de aplicar un embargo al petróleo y al gas procedente de Rusia.
Un estudio publicado hoy lunes del Conseil d’Analyse Economique, órgano que asesora a Francia, estima que un bloqueo del gas ruso tendría un impacto variable en Alemania, que oscilaría entre el 0,3 y el 3% del PIB. Según sus autores, sería algo “asumible”.
Pero el gobierno de Berlín de momento se resiste a la mano dura porque quiere reducir el coste para su economía.
Fuente: La Vanguardia