El líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie, y otros 682 presuntos islamistas favorables al derrocado presidente Mohamed Mursi fueron condenados a muerte este lunes por un tribunal egipcio. El mismo tribunal conmutó en cadena perpetua 492 de las 529 penas capitales dictadas en marzo, también contra islamistas simpatizantes de Mursi.
La condena masiva, pronunciada el 24 de marzo, fue muy criticada por la ONU y suscitó una fuerte indignación en todo el mundo.
Esas condenas a muerte tienen no obstante pocas esperanzas de ser confirmadas en apelación, ya que según la opinión unánime de los expertos, el juez no respetó el procedimiento judicial ni los derechos de la defensa.
Sin embargo, el simple hecho de que la justicia dicte sentencias de ese tipo sin conmocionar al país muestra el clima viciado que existe en Egipto.
Un tribunal de El Cairo prohibió además este lunes el Movimiento del 6 de abril, el principal grupo de jóvenes que encabezó la revuelta contra el derrocado presidente Hosni Mubarak en 2011.
Este grupo se manifiesta actualmente contra el régimen dirigido por el ejército, cuyas fuerzas de seguridad mataron a unos mil 400 manifestantes desde el golpe de estado el 3 de julio pasado que derrocó al presidente islamista Mohamed Mursi, el único elegido democráticamente en la historia de Egipto.
Una amplia mayoría de la población y los medios de comunicación en forma casi unánime aplauden la represión implacable de las fuerzas de seguridad. Actualmente más de 15 mil partidarios de Mursi y militantes de los Hermanos Musulmanes están detenidos.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, consideró que las condenas a muerte “parecen claramente no respetar las reglas de base del proceso justo”, indicó el lunes su portavoz y agregó que Ban está “preocupado” porque “son susceptibles de perjudicar las perspectivas de estabilidad a largo plazo de Egipto”.
A su vez, la Casa Blanca denunció enérgicamente el lunes las condenas a muerte: “El veredicto de hoy, al igual que el del mes pasado, constituye un desafío a las reglas más elementales de la justicia internacional”, afirmó Jay Carney, portavoz de la presidencia estadounidense, en un comunicado en el cual también evocó “un precedente peligroso”.
“¿Dónde está la justicia?”
Las personas condenadas el lunes fueron acusadas de haber participado en manifestaciones violentas en Minya, el 14 de agosto de 2013.
Varias mujeres que esperaban el veredicto en las afueras del tribunal, rodeado por fuezas policiales, se desmayaron cuando conocieron la sentencia.
“¿Dónde está la justicia?”, preguntó una mujer. “Mi hijo Jaled no hizo nada y es condenado a cadena perpetua”, dijo otra.
Antes del veredicto varias personas habían dicho que sus familiares no tenían nada que ver con las manifestaciones de Mina y en las cuales murió un policía que resistió al ataque de una comisaría.
“Ni hijo ni siquiera reza. Ni siquiera sabe dónde está la mezquita”, comentó la madre de uno de los condenados a muerte.
“Mi hijo murió hace tres años y su nombre aparece citado en este caso”, comenta otra madre de unos sesenta años.
Según Jaled ElKomy, coordinador del equipo de abogados que defiende a los 529 condenados del juicio del 24 de marzo, 60% de ellos “tienen pruebas que demuestran que no estaban presentes en el ataque a la comisaría”.
Sobre los mil 200 acusados de los dos juicios, sólo 200 están encarcelados. Los otros están en libertad bajo fianza o prófugos.
Mohamed Badie, líder de la cofradía de los Hermanos Musulmanes, fundada hace 85 años en Egipto, que ganó todas las elecciones realizadas desde la caída de Hosni Mubarak a comienzos de 2011, tiene otros juicios abiertos en El Cairo en los cuales es pasible de la pena de muerte.
Los 37 condenados a muerte del primer juicio deben esperar ahora que el gran muftí de Egipto, la máxima jerarquía religiosa del país, confirme o infirme la sentencia, tal y como estipula el procedimiento jurídico egipcio.
Para los 683 condenados a muerte del lunes, el juez dará a conocer su decisión final el 21 de junio tras conocer la opinión del gran muftí.
Fuente: AP