Una ONG mexicana instala casi 2.000 sistemas para captar líquido pluvial en todo el país
La Ciudad de México se ha hundido 10 metros en el último siglo. Sitios emblemáticos de la metrópoli más grande de América Latina, como el Ángel de la Independencia -al que se le han tenido que agregar varios escalones desde su construcción en 1910- y la Catedral Metropolitana, han sido modificados por la alteración de su subsuelo debido a la sobreexplotación de los mantos acuíferos de la cuenca del Valle de México. La sostenibilidad del hogar de cerca de 22 millones de personas en dicho entorno significa uno de los retos más grandes para el Gobierno mexicano y sus ciudadanos en los próximos 10 años, fecha límite que plantean organizaciones civiles como Isla Urbana para que el principal acuífero de la ciudad se acabe.
En el documental H2OMX se muestran estas carencias que viven a diario en muchas delegaciones o barrios principalmente del sur de la ciudad, en el Ajusco, donde inició el proyecto de Isla Urbana con una decena de universitarios que fueron convergiendo por sus intereses en temas de captación pluvial. En sus más de seis años de existencia, la organización ha instalado entre 1.800 a 1.900 sistemas, principalmente en la capital del país, pero también en estados como Hidalgo, Jalisco, Puebla, Guerrero, Durango y Estado de México.
“Ya tenemos una propuesta que es escalable y que es adaptable a diferentes contextos: si es una comunidad urbana ya tenemos una propuesta, si es una rural también. El 80% de los materiales se pueden conseguir localmente”, afirma Hiram García de 31 años y director de ingeniería de la organización. El sistema más grande que han instalado tiene una extensión de 4.000 metros cuadrados. García refiere el proyecto en la sierra huichola en Jalisco, con población mayoritariamente indígena, como una explicación de esta adaptabilidad.
La construcción del sistema inicia eligiendo un techo, luego se instalan tuberías o canaletas que permiten centralizar el agua, el líquido es tratado y filtrado. El proceso cotidiano consiste, primero, en filtrar la basura más grande como hojas, ramas y tierra con una malla; después se almacena el agua en un tinaco o cisterna. En su paso a estos almacenes que son comunes en las casas mexicanas, el agua es bombeada y de nuevo filtrada en dos ocasiones antes de ser almacenada de forma definitiva en un aljibe, según explica García, quien agrega que el sistema que promueven es autogestionable, descentralizado y es entregado con un manual a sus propietarios.
“Nuestra meta o visión a largo plazo es tener a toda la Ciudad de México llena de sistemas de captación de agua de lluvia: que cada familia pueda verlo como parte de su vida cotidiana, como si fuera su lavadora o su boiler (calentador) en casa”, cuenta Jennifer White, 31 años, directora de Relaciones Comunitarias de Isla Urbana. La estadounidense asegura que los hogares mexicanos podrían ahorrar un 50% del agua que gastan si instalaran su sistema que cuesta alrededor de 8.000 pesos (400 euros). Y en el caso de comunidades con problemas de marginación, la organización consigue recursos externos con lo que el beneficiario solo debe pagar 1.000 pesos (50 euros) por la mano de obra.
Hiram García explica que la cultura de la autoconstrucción en sectores marginados de la sociedad mexicana, permite que sea viable que cada sistema instalado pueda crecer sin su ayuda, con el aprendizaje de sus propietarios. Isla Urbana se mantiene con donativos privados, apoyos de un par de instancias gubernamentales, como la Secretaría de Tecnología e Innovación del Gobierno del Distrito Federal; no han accedido a fondos del Gobierno federal o nacional, de quien refiere García que nunca han tenido un acercamiento. También realizan instalaciones a empresas y fábricas de donde obtienen ingresos extra.
“Conagua [Comisión Nacional del Agua] en general no cree mucho en la captación de agua de lluvia como una solución a los problemas de agua de la ciudad. Tuvimos en el principio del proyecto un apoyo de la delegación de Tlalpan que estuvo muy bien, ellos fueron uno de nuestros primeros financiadores, instalamos unos 400 sistemas en la zona sur de Tlalpan, nada más que después, cuando cambiaron las personas que estaban trabajando ahí se volvió más difícil, y un poco como corrupto”, concluye Jennifer White.
“Ni eficiente, ni sustentable”
Una de cada tres casas no tiene acceso al agua de forma adecuada en la Ciudad de México, según estimaciones de la organización. En una casa sin una conexión adecuada a la red de agua de la ciudad, los habitantes pagan por el servicio de transporte del líquido en un camión o pipa, una vez al mes. En el caso de escuelas y comercios el promedio se eleva a cuatro o cinco de estos vehículos. Esto significa un gasto de entre 1.000 y 5.000 pesos (entre 50 y 250 euros) mensuales, puesto que la organización estima que cada transporte de agua cuesta en promedio 1.000 pesos (50 euros). El salario mínimo en México, en la zona del Distrito Federal, es de 70.1 pesos (3.5 euros) diarios. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de 2014, poco más de 6.4 millones de mexicanos ganan el salario mínimo en todo el país.
Según el informe Agua urbana en el Valle de México: ¿Un camino verde para mañana?, del Banco Mundial, el manejo del agua en la región no es “ni eficiente, ni sustentable, ni equitativo”. La situación se repite en casi todo el continente. El organismo señala que en Sudamérica cerca de 60% del agua viene de acuíferos que están amenazados por contaminación por uso excesivo para actividades como agricultura y minería.
Fuente: El País