Por Salvador Camarena
Petróleos Mexicanos tendrá 120 días para dar la batalla por su vida. Ese es el tiempo que establece el dictamen de reforma energética aprobado ayer en comisiones para que la empresa pública más importante de México se convierta en lo que no es: en una compañía altamente competitiva a nivel mundial.
Lo anterior no lo digo yo, lo detalla el dictamen de PRI-PAN que los senadores quieren aprobar en cuestión de horas. De acuerdo con ese documento, el futuro inmediato de PEMEX será así (los subrayados son míos):
1. El tercer artículo transitorio establece que PEMEX y la CFE se convertirán en una cosa llamada “Empresas productivas del Estado”.
2. Su destino quedará echado con la reforma al 27 Constitucional. La reforma propuesta especifica: “Con el propósito de obtener ingresos que contribuyan al desarrollo de largo plazo de la Nación, ésta llevará a cabo las actividades de exploración y extracción mediante asignaciones a empresas productivas del Estado o a través de contratos con éstas o con particulares”. Es decir, a partir del día siguiente de la publicación de la nueva ley (primer transitorio), fecha en que ésta entrará en vigor, el PEMEX de siempre deberá estar listo para competir contra cualquier otra empresa.
3. El único plazo de gracia que tendrá PEMEX está en el transitorio cuarto, que establece que el Congreso tendrá 120 días para hacer las adecuaciones a la ley para, entre otras cosas, “regular las modalidades de contratación, que podrán ser: de servicios, de utilidad o producción compartida, o de licencia”. El dictamen deja claro que “en cada caso, el Estado definirá el modelo contractual que mejor convenga para maximizar los ingresos de la Nación”. Si maximizar ingresos es el objetivo, ¿será el PEMEX de hoy la mejor opción para algunos de esos contratos?
4. Como candidato a asignaciones (transitorio sexto), PEMEX “deberá acreditar que cuenta con las capacidades técnicas, financieras y de ejecución necesarias para explorar y extraer los hidrocarburos de forma eficiente y competitiva. La solicitud se deberá presentar dentro de los sesenta días naturales siguientes a la entrada en vigor del presente Decreto”. Eficiente y competitivo no son adjetivos hoy asociados a nuestra petrolera.
5. En el mismo transitorio sexto se define que “para asignaciones de extracción de hidrocarburos: Petróleos Mexicanos mantendrá sus derechos en cada uno de los campos que se encuentren en producción a la fecha de entrada en vigor del presente Decreto. Deberá presentar un plan de desarrollo de dichos campos que incluya descripciones de los trabajos e inversiones a realizar, justificando su adecuado aprovechamiento y una producción eficiente y competitiva”. ¿Y si un tercero presenta un plan más eficiente y competitivo, y dado que la Nación quiere maximizar sus ingresos, le dejarán esos campos a PEMEX o se los asignarán a otra empresa?
6. PEMEX, la empresa que durante décadas ha disfrutado de la opacidad que entre otras cosas le ha permitido consentir a un sindicato voraz y a jóvenes pensionados, ahora tendrá que (transitorio noveno) establecer “cláusulas de transparencia, que posibiliten que cualquier interesado los pueda consultar; un sistema de auditorías externas para supervisar la efectiva recuperación, en su caso, de los costos incurridos y demás contabilidad involucrada en la operación de los contratos, y la divulgación de las contraprestaciones, contribuciones y pagos previstos en los contratos”.
7. Ese mismo PEMEX, en su calidad de empresa productiva del Estado, deberá reformarse (todo en los famosos 120 días) para “al menos” establecer que “su organización, administración y estructura corporativa sean acordes con las mejores prácticas a nivel internacional, asegurando su autonomía técnica y de gestión, así como un régimen especial de contratación para la obtención de los mejores resultados de sus actividades, de forma que sus órganos de gobierno cuenten con las facultades necesarias para determinar su arreglo institucional”.
Nadie puede estar en contra de que PEMEX sea más transparente o más productiva, o ambas. Pero ¿se puede hacer en cuatro meses la reconversión de un mastodonte de 75 años de edad que lleva años asfixiado por una abultada plantilla de trabajadores, inmensos pasivos laborales y una ordeña que parece más un atraco por parte de la Secretaría de Hacienda? ¿Cuál es la prisa? ¿Por qué no se le da más tiempo a PEMEX para prepararse ante la apertura?
Porque si de la noche a la mañana se va a poner a competir a PEMEX (con pasivos de más de 102 mil millones de dólares –casi nueve veces más que Petrobras–, con peor productividad por empleado que otras petroleras –la quinta parte de lo que producen Statoil o Ecopetrol), con gigantes petroleros ya muy fogueados en los siete mares, más vale que nos vayamos despidiendo del charrito petrolero, pues se antoja muy difícil que PEMEX sobreviva a quienes con esta ley dicen que la quieren rescatar.
Fuente: Sin Embargo