El acuerdo podría permitir a Irán acceder a miles de millones de dólares de activos congelados, aumentar ingresos por exportaciones petroleras y evitar una acción bélica de Estados Unidos en el Oriente Medio, además de impulsar una reconfiguración de la conflictiva región.
El convenio pone a prueba durante varios años la disposición de Irán a cumplir sus compromisos con el mundo y la capacidad de los inspectores internacionales para vigilar ese acatamiento.
También enfila a la Casa Blanca hacia un enfrentamiento con el receloso Congreso estadounidense, y complica aún más las relaciones con Israel, cuyas autoridades se manifestaron airadamente en contra del pacto.
En un exhorto a los escépticos, el presidente Barack Obama declaró que el acuerdo “ofrece la oportunidad de avanzar en una nueva dirección. Debemos aprovecharla”.
De acuerdo con las condiciones del acuerdo, alcanzado tras 20 meses de ardua diplomacia, Irán debe desmantelar gran parte de su programa nuclear para que le sean reducidas las severas sanciones que han mellado su economía.
Los inspectores internacionales podrán ahora exigir que se les permita visitar instalaciones militares en Irán, aunque el acceso no está garantizado. Las centrífugas continuarán funcionando, aunque en menor número, y el uranio seguirá siendo enriquecido, aunque a menores niveles.
En un compromiso crucial, Irán aceptó que la ONU le mantenga el embargo de armas por cinco años más, así como las restricciones a los misiles balísticos durante ocho años.
En las calles de Teherán, los iraníes sonaron las bocinas de sus autos y celebraron en la principal plaza de la ciudad. El presidente Hasán Ruhani dijo que había comenzado un “nuevo capítulo” en las relaciones de su nación con el mundo, aunque rechazó que el país hubiera buscado alguna vez desarrollar un arma atómica.
Aunque Estados Unidos fue socio con Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia y China en las conversaciones con Irán, Washington y Teherán fueron las partes más preponderantes debido a su añeja enemistad.
Se desconoce si esta reconciliación en un asunto nuclear propiciará un mayor deshielo entre Estados Unidos e Irán. Casi 40 años después de la revolución islámica de Irán y la toma de rehenes en la embajada de Estados Unidos en Teherán, los sectores radicales iraníes mantienen su hostilidad hacia Washington.
Por su parte, Estados Unidos y sus aliados tienen profundas preocupaciones por el apoyo de Irán al terrorismo en el Oriente Medio y por la detención de varios ciudadanos estadounidenses.
Como las restricciones al programa nuclear de Irán serán obligatorias sólo durante una década, los detractores del acuerdo afirman que éste simplemente retrasa el desarrollo de la bomba atómica por parte de Teherán. Los detractores también afirman que Irán utilizará su nueva riqueza derivada de la disminución de las sanciones para incrementar otras actividades desestabilizadoras en la región.
Irán está en posición de recibir más de 100.000 millones de dólares en activos que le fueron congelados en el exterior y se beneficiará de la finalización de diversas restricciones financieras impuestas a sus bancos. Irán también podría aumentar sus exportaciones de petróleo, lo que propiciará una baja en los precios del crudo.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien cabildeó incesantemente en contra del acuerdo, lo describió como un “error histórico sorprendente” y advirtió que su país es ajeno al convenio. Netanyahu dejó entrever que para Israel sigue siendo una opción lanzar una operación militar para destruir el programa nuclear de Teherán.
Obama y Netanyahu conversaron por teléfono el martes, aunque han mantenido una relación fría por mucho tiempo. Funcionarios de la Casa Blanca dijeron que Obama también llamó al rey Salman, de Arabia Saudí, que había expresado preocupación por el acuerdo. Arabia Saudí es uno de los muchos países árabes suníes rivales de Irán, que es predominantemente chií.
En el Capitolio, los republicanos acusaron a Obama de haber hecho demasiadas concesiones. El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, de Ohio, dijo que los legisladores “impugnarán el acuerdo porque es perjudicial para nuestra seguridad nacional y para nuestro país”. Los diversos aspirantes a la candidatura presidencial republicana también criticaron el convenio y algunos se comprometieron a abandonarlo si suceden a Obama en el cargo.
Obama recibió una muestra crucial de apoyo de Hillary Rodham Clinton, su ex secretaria de Estado y posible candidata presidencial demócrata, quien dijo que el acuerdo es un paso importante para “acotar el programa nuclear de Irán”.
Fuente: AP