Por Juan Pablo Proal
El cartonista José Hernández es un férreo opositor al maltrato animal, por eso libera sus frustración dibujando al presidente de México: “En los cartones nos pitorreamos tanto de estos animales (los políticos) que queremos que la gente se desquite con ellos a través de las caricaturas, para que así no los maltrate físicamente, es una manera de protegerlos, así cuando encuentren a Peña Nieto en persona ya sacaron su coraje”.
Hernández, “El Fisgón”, Rius, Helguera, Patricio y el equipo que conforma la revista “El Chamuco” se ha caracterizado por provocar a sus lectores: convertirlos en herejes o vegetarianos. No se limitan al papel y la tinta, protestan, reclaman, abrazan causas y han acumulado mucha más influencia en la sociedad que lo que desearía un locutor de noticias promedio.
En el sexenio pasado encabezaron la campaña “No más sangre”, un intento por frenar el infierno en que se convirtió México. Ahora se unieron a otra causa: acabar con las corridas de toros. Tomando en cuenta el nivel de violencia que sufre el país, alguien pensaría que esta bandera podría incluso parecer frívola, pero no es así. Hay una relación estrecha entre ambos factores, casi consanguínea.
“William Hogarth creó un grabado sobre los cuatro estadios de la crueldad, el último es el crimen, pero el primer paso es la crueldad contra los animales. Hay que cortar toda forma de crueldad, el hecho de que se plantee que las corridas de toros son un espectáculo o cultura, no es aceptable, hay una crueldad enorme y tenemos que empezar a decir que es inaceptable”, me explica Rafael Barajas, “El Fisgón”, legendario cartonista del periódico La Jornada.
Muchas veces discutir sobre toros se asemeja a defender una posición ante el aborto. Los dos bandos, a favor y en contra, citan estudios, documentales y frases de personajes célebres para defender su postura. En la tauromaquia es así: hay decenas de estudios serios que comprueban que se trata de maltrato animal, antesala segura a la violencia y una ventana al mundo criminal. En tanto, los defensores de la fiesta brava han desarrollado tesis, ensayos y argumentos convincentes para defender su pasión.
Hernández, coautor junto con Helguera del espacio Mono-sapiens en la revista Proceso, me explica su posición al respecto: “Corremos el riesgo de que así como mucha gente ve la barbarie con la que se representan las corridas de toros como algo normal, también esa barbarie que se ve en las narcoejecuciones cada vez nos parezca más normal; al rato ya hasta los narcos van a organizar sus ejecuciones públicas y cobrar para que uno vaya a verlas”. Suscribo su postura: para el nivel de violencia que padece México las corridas de toros son inaceptables.
“El Fisgón” piensa que ganar la batalla de prohibir las corridas de toros sería un buen inicio para enfriar la violencia que sufre el país.
“Siento que en nuestro país la tolerancia a la violencia es muy alta y de ahí que nos acostumbramos muy rápidamente a los niveles de violencia brutales que tenemos ahora, creo que culturalmente tenemos una tolerancia muy grande a la violencia y que parte de esta campaña, de este esfuerzo, es hacer notar que cosas como las corridas de toros, las peleas de gallos y las peleas de perros son parte de esta cultura de la tolerancia e incluso de celebración de la violencia”, me advierte en una charla aparte el monero Patricio.
Como en muchas ciudades del mundo, en el país algunos municipios han comenzado a prohibir las corridas de toros e incluso los espectáculos donde se maltrate a cualquier animal. El puerto de Veracruz y Sonora son algunos ejemplos. El objetivo principal de los moneros de “El Chamuco” es acelerar estas prohibiciones y extenderlas a todo el territorio nacional; para ello crearon un certamen de dibujo, cuya convocatoria puede leerse en este link http://certamennacional.blogspot.mx/2013/04/blog-post.html
Sea para promover el vegetarianismo, como en el caso de Rius, o combatir la tauromaquia, el trabajo de los cartonistas está estrechamente ligado a la fauna. A diario dibujan “animales políticos”.
Le pregunto a los moneros cómo ha sido la experiencia de dibujar al priismo sentado en la silla presidencial, tras doce años de retratar primordialmente a panistas, representados en su máxima expresión con el permanente humor involuntario de Vicente Fox.
“El Fisgón” piensa al respecto: “Dibujar a Peña Nieto ha sido como caricaturista un placer y como ciudadano un sufrimiento, la gran diferencia entre el calderonismo y lo que está pasando hoy es que los panistas se manejan con hipocresía y los priistas con cinismo”.
“De entrada de Fox a Calderón significó un ahorro muy considerable en el uso de la tinta china, dibujando a Fox utilizaba mucho y dibujando a Calderón, menos, entonces ahora estoy volviendo a utilizar bastante en la tinta china, sobre todo para dibujar el copete de Peña Nieto”, ironiza Hernández, quien ya más serio concluye: “Finalmente no hay mucha diferencia porque representan los mismos intereses, representan la misma política económica, entonces cambian las caras, cambian las tonterías que dicen, aunque no mucho, porque si comparas las tonterías de Peña Nieto con las de Fox, son muy similares, son realmente personajes muy similares”.
Twitter: @juanpabloproal
Fuente: www.juanpabloproal.com