Por Luis Javier Valero Flores
La elección del domingo seguramente dejó infinidad de lecturas. La primera podría ser, de manera simplista, que la ciudadanía evaluó bien la administración de César Duarte; otra, que el PAN obtuvo avances importantes; una más, que a pesar de todo, una parte importante sigue confiando en los procesos electorales -y, por consiguiente, en el actual sistema de partidos- y una más podría ser que la mayoría de la ciudadanía repudia a todos los procesos electorales y que, militantemente, decide no ir a votar.
Sin duda que todas son correctas, parcialmente, pero seguramente la más cercana a la realidad -y por tanto más inquietante- es la de que a la mayor parte de la sociedad no le importa, de manera esencial, la política; no sólo porque la repudie, sino porque ignora su importancia, por apatía o por falta de cultura política.
Si hubiera que buscarse una razón, y unos responsables, para explicar los elevados grados de abstencionismo, esa la encontraríamos en el modelo político vigente, al que nuestra clase política le ha añadido importantísimos factores locales y nacionales.
De ahí que, a pesar del perfeccionamiento del modelo electoral, de la más amplia difusión y de la consolidación de los procesos electorales, sigamos manteniendo los mismos porcentajes de participación electoral, quizá porque algunas de las más negativas prácticas político-electorales se mantengan incólumes, en especial la de la encubierta compra del voto, a través de la entrega de una variedad inmensa de artículos (que llegó al extremo, en el municipio de Riva Palacio, el antiguo San Andrés -que, por cierto, ¿Por qué no se le regresa su nombre, a este municipio y al de Santa Isabel, que tanta relevancia tuvieron en la Revolución Mexicana- de que el PAN regalara hasta artefactos domésticos menonitas, ya que su candidato pertenece a tal etnia) y a una intensísima movilización de los trabajadores gubernamentales, la que se lo cobró -en el caso de la capital- de la manera más imprevista: Perdió la candidata priista Mónica Morales, hija de la sempiterna dirigente de los trabajadores del gobierno estatal, Xóchitl Reyes Castro, e integrante de una destacada familia de operadores electorales del PRI.
Aún temprano para efectuar mayores y mejores lecturas, destacan varios hechos, además del abstencionismo.
El carro completo en Juárez a favor del PRI, con lo que los bonos “pro-gubernatura” del alcalde Héctor Murguía siguen al alza pues, por lo menos de los municipios mayores, el candidato priista, Enrique Serrano, alcanzó el diferencial más alto.
No sucedió igual en la capital. Sin duda que la tardanza en la culminación de las obras en el centro de la ciudad, especialmente las relacionadas con el Vive Bus, que para muchos ciudadanos eran el vivo reflejo de la actual administración estatal, lo que capitalizó las simpatías electorales en favor del PAN, que se reflejaron, no solo en la votación alcanzada por el candidato a la alcaldía, Miguel Riggs, sino en la derrota priista en dos de los cinco distritos capitalinos.
Dos fenómenos generales más atraerán la atención. Por una parte que, si bien los panistas lograron el triunfo en Cuauhtémoc y Delicias, -en alcaldías y diputaciones- hasta el momento su diferencial es negativo, pues pasaron de ganar en 15 municipios, contra los 24 que obtuvieron en el 2010, a pesar de que, seguramente, pasarán de 6 diputados en aquel año a 7 diputados ahora (4 de mayoría y 3 plurinominales), pero perdieron en Jiménez, Camargo, Ojinaga y Guachochi; y por otro lado, que las altas votaciones alcanzadas por los candidatos panistas, en comparación con las diversas encuestas realizadas, reflejan el grado de rechazo hacia el gobierno de César Duarte.
No es menor.
Otro aspecto destacado es que, a pesar de todo, los electores panistas, a pesar de su partido y sus candidatos, fue superior a ellos y buscó la alternancia, quizá no tanto porque votaran por sus propuestas y candidatos, sino porque no había otra opción para votar en contra de la actual administración estatal.
Finalmente, en este breve recuento, debieran buscar, los priistas, a quien se le ocurrió que este partido no presentara lista de candidatos a diputados plurinominales. Se quedará solamente con 17, en lugar de los 18 que pudiera haber alcanzado, dadas las derrotas en Cuauhtémoc, Delicias y los dos distritos de Chihuahua pues pudo alcanzar un diputado plurinominal. Hasta ahora.
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