“…tanto dolor se agrupa en mi
costado que por doler me duele
hasta el aliento…”
Miguel Hernández
Por Epigmenio Ibarra
Entre el dolor y la indignación he enderezado mis pasos con trabajos esta larga y calurosa semana.
Me duele mi patria herida.
Me duele sentir, a veces, que está herida de muerte.
Me indigna el cinismo de quienes la han herido, saqueado y oprimido durante tantas décadas.
Me enardece la simulación, el desparpajo de un régimen que no es capaz siquiera de cuidar a sus niños.
Me subleva el silencio cómplice de quienes, supuestamente, deberían llevar cuenta puntual de los crímenes e injusticias del poder.
Me encabrona la fragilidad de la memoria pública.
Esa memoria volátil que tan fácil se prostituye.
Que se pone al servicio de lo banal.Que se acomoda en la mudanza permanente.
Que se conforma.
Esa memoria que no lo es para los agravios y que por tanto para poco sirve.
Pues nos condena a lo mismo y a lo mismo y a lo mismo.
Me duele el hecho de que un crimen de estado como el de #GuarderiaABC no nos hubiera servido de acicate para poner punto final a tanto abuso.
A tanto latrocinio.
A tanto crimen.
Me avergüenza que aquí puedan morir 25 niñas y 24 niños, a la hora de siesta, en una guardería.
Una guardería que el Estado, renunciando a sus obligaciones, subrogó a particulares.
Una guardería que era una trampa mortal.
Una guardería instalada en una bodega sin ventanas.
Sin salidas de emergencia.
Sin sistemas de detección de humo.
Sin extintores.
Una guardería concesionada a través de un proceso viciado por la corrupción y el nepotismo.
Donde unos cuantos, los mismos de siempre, se forraron de plata haciendo negocio con los niños.
Con los más pequeños; los más vulnerables.
Con los hijos de los trabajadores que pagaban al IMSS puntualmente por un servicio que el Estado estaba obligado a prestarles.
Abusando de la confianza de esos padres.
Mintiéndoles; traicionándoles todos los días.
Hasta que llegó el fuego y consumó un crimen largamente anunciado.
Un fuego que nada iba a detener.
Que tenía ante sí el camino libre.
Que se extendió por el techo; por esa lona colgada que ya había sido señalada como un enorme riesgo.
El fuego y el humo que descendieron sobre las cunas.
Escribo y recuerdo las escenas de ese 5 de junio de hace cinco años recogidas en el documental ABC Nunca Más y se me eriza la piel.
Tengo otra vez el nudo en la garganta.
Siento la mano de Verónica apretar la mía; miro de soslayo sus lágrimas correr.
Y yo que he visto tanta muerte nada así había visto en mi vida.
Me duele el dolor de las madres y padres que, en la pantalla, reconstruyen con valor y dignidad ese infierno.
Sé que algunos están en la sala.
Los conozco.
“Si no hay #justiciaABC no habrá justicia para nadie, nunca, en este país”, digo al terminar la proyección.
Me encabrona que Felipe Calderón se burlara, como se burló, de ellos.
Su insensibilidad brutal.
Ningún respeto tiene ese hombre vil por la vida ajena.
Me indignan los dichos del entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Los votos de los ministros que exoneran a los altos funcionarios.
Esos que lavan las manos manchadas de sangre de un régimen criminal.
Nadie pagó con cárcel por este crimen.
No se vino abajo el gobierno.
No se alzó la nación entera.
Las madres y los padres no sentimos entonces que nuestros hijos estaban en peligro.
Que pudieron haber sido ellos, o nuestros nietos, sobre los que llovía fuego.
Al contrario.
En el poder de nuevo están los mismos que sembraron la simiente de este crimen.
De este crimen, insisto, largamente anunciado.
Pero cuyas señales no quisieron ver los inspectores, los responsables de sancionar el correcto funcionamiento de la guardería.
Como no ven en el país tantas cosas que suceden.
Esos mismos que por décadas nos han saqueado.
¿Cuánto se podría haber hecho por la salud, por la educación, por los niños de este país, por su seguridad, con todo ese dinero que se han robado?
De nuevo miro la pantalla. Ahora en la casa. Tres días más tarde.
Pilas de billetes amarrados con ligas.
88 millones 560 mil 650 pesos incautados, en cajas de cartón, al ex tesorero de Andrés Granier.
¿Y Montiel y sus palacios? ¿Y Mario Marín? ¿Y Moreira? ¿Y Cavazos Lerma, Romero Deschamps, Ulises Ruiz?
No nos equivoquemos. No son hechos inconexos.
La corrupción y la muerte van de la mano en este país.
¿Hasta cuándo?
5 mil 400 caracteres tendría que escribir.
Hoy no.
Pienso en esas madres y padres coraje de #GuarderiaABC.
¡Qué enorme y terrible deuda tiene este país con ellos!
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Fuente: Milenio