Insólitamente nombrado por el nuevo gobierno federal como subprocurador de Derechos Humanos, cargo clave para atender los graves pendientes que en esa materia dejó el sexenio de Felipe Calderón, el panista coahuilense Ricardo García Cervantes se duele de la situación de los derechos humanos en el país, que “ya conocía pero no tan de cerca”. Sin embargo –dice quien ha sido crítico severo de las prácticas corruptas de su propio partido–, guardará su corazón para darle sustento jurídico a sus tareas y así ayudar en serio a las víctimas de la delincuencia organizada y del Estado. Anuncia su intención, entre otras, de rescatar los cuerpos de los mineros de Pasta de Conchos.
Por Marcela Turati/ Proceso
Desde la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la Procuraduría General de la República (PGR), donde se atienden los abusos de autoridad, en la oficina donde tocan las personas dolidas y decepcionadas de la procuración de justicia, el panista Ricardo García Cervantes evalúa el periodo de gobierno de sus correligionarios, que acaba de culminar.
“En el sexenio pasado hubo indolencia, no se dolían, porque si se hubieran dolido se hubieran detenido por lo menos a pensar, a reflexionar, a comunicar, a convidar, a hacer que las expresiones de la vida, las circunstancias reales fueran compartidas y existiera una comprensión”, dice en su nueva oficina, en el piso 17 de las oficinas centrales de la PGR en la Ciudad de México.
Desde el saludo confiesa que está “tremendamente impactado” por la magnitud de la violencia, por la cantidad de víctimas, por las secuelas que ha dejado. El exsenador coahuilense lleva un mes en el cargo y no tiene la certeza de durar. Es un panista invitado al gobierno priista y mantiene su filiación al PAN. En este lapso ha atendido a víctimas de asesinato, tortura y desapariciones de sus familiares, y se ha reunido con algunas organizaciones de derechos humanos.
“Me está doliendo mucho estar aquí, no sé si esto es para alguien normal y yo me considero alguien normal”, dice a Proceso el 2 de enero.
No adelanta una agenda porque dice que todavía está conociendo la procuraduría, se está empapando en datos y el procurador está por delegarle funciones, pero sí esboza los puntos débiles que, a nivel institucional, el nuevo gobierno debe atacar: los ilegales arraigos que terminan en tortura, la filtración de información en las líneas de denuncias anónimas que ponen en riesgo a los ciudadanos aliados de la justicia, la verdadera disposición de juzgar a militares en el fuero civil, la diplomacia que sólo quiere zafarse de recomendaciones internacionales por violaciones a los derechos humanos, la descoordinación interna.
Menciona su preocupación por la protección a migrantes, periodistas y defensores de derechos humanos, y la búsqueda de personas desaparecidas, campo en el que advierte la falta de protocolos para realizar entierros en los panteones y exhumaciones en fosas, la necesidad del banco de datos genético y de una base de datos completa de personas desaparecidas, así como la asesoría de expertos como el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Aunque, señala, “todos esos temas tienen que ver con derechos humanos, están en mi intención y la de él (el procurador general, Jesús Murillo Karam), ahora que nos reunamos nos vamos a poner de acuerdo y ver qué me toca hacer y qué no”. Agrega que tampoco quiere crear falsas expectativas.
Al ser cuestionado sobre las secuelas de la estrategia de seguridad del gobierno de Felipe Calderón, reflexiona: “¿Y además de a los norteamericanos, a quién le sirve todo esto? ¿Es un diseño de México para los mexicanos? ¿Está atendiendo prioritariamente la circunstancia propia de la comunidad nacional? ¿Hay otras cosas (detrás)? No lo sé pero lo sospecho”.
García Cervantes fue coordinador de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados de 1994 a 1997 y candidato a la dirigencia nacional. Es integrante del Comité Ejecutivo Nacional panista. Durante sus últimas apariciones públicas, tras la derrota electoral, señaló hacia la corrupción interna, la simulación y el cinismo en la que había caído su partido.
En una entrevista con este semanario (Proceso 1863, 15 de julio de 2012), señaló que el PAN estaba controlado por un grupo de personajes que no se afiliaron al partido por sus ideales sino por ambición al poder. “¡Son grupos de interés, muchos de ellos de negocios y de negocios ilícitos! Son grupos cohesionados por sus prácticas de corrupción frente a otros grupos y todos se saben capaces de cualquier cosa”, dijo.
Al concluir su periodo en el Senado, volvió a su tierra natal y anunció que lucharía en tribunales internacionales para lograr el rescate de los restos de 65 trabajadores fallecidos en la mina de Pasta de Conchos e insepultos desde el foxismo. El 5 de diciembre reapareció como miembro del equipo de Murillo Karam. Los medios de comunicación destacaron su extracción partidista.
García Cervantes dice que al aceptar el cargo es congruente con su trayectoria y consigo mismo, porque la defensa de la dignidad humana siempre ha sido una de sus convicciones, es su filosofía política y la de su partido.
“El tema, la materia de trabajo y la persona con la que iba a trabajar no me generaron duda. La duda fue la magnitud de los episodios que, a mi juicio, son absolutamente indignantes, contrarios a toda política que ponga en el centro la dignidad de la persona, y el miedo o el riesgo de llegar a un atoleo en que el único instrumento para administrarlo fuera el dedo (…) ¿Cómo estar seguro de que no llegaría a eso? No hay forma de estar seguro, más que viniendo”, dice.
“¿Qué se le puede decir, por llegar a un cargo, a más de 20 mil familias? ¿Que vamos a encontrar a sus familiares desaparecidos? ¿Lo puedo decir de veras? ¿No sería un engaño, una mentira? Y venir a decir mentiras, pues no. Jesús (Murillo) me dice: ‘Vamos a hacerlo en serio y bien’. Quiere acompañarme y que conozcamos cómo van las cosas.”
Se le menciona que en una columna de Milenio se califica como una “deliciosa perversidad” priista la inclusión al gabinete de “anticalderonistas” como él y la expanista Lía Limón (ella subsecretaria de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos en Gobernación). García Cervantes contesta: lo perverso es esa lectura.
Aclara que no es anticalderonista porque no tiende a personalizar, y que sigue siendo panista aunque su postura es y será opuesta a la estrategia de “una escalada de violencia como principio de solución”.
Sobre la situación actual del PAN (y en ese momento aclara que abrirá un paréntesis porque en su nuevo cargo no abordará cuestiones partidistas) reitera que se llenó de gente interesada en el poder. Dice que aunque entró en fase de depuración, dentro del partido todavía no ve una sincera reorientación.
“No soy priista, tampoco me da roña hablar con los que sí son, buscando el mejor argumento (…) Soy un demócrata, así he tratado de vivir pero sí me cuesta trabajo ser demócrata donde las decisiones las toman unos cuantos con un interés distinto al partido, a la ideología. Sigo haciendo la misma crítica.”
–¿Qué les responde a quienes dicen que la decisión de aceptar la subprocuraduría será un harakiri político, que lo van a usar y a desechar?
A botepronto responde que no se va a detener a buscar la palmada en la espalda ni el escupitajo en el ojo. “Yo no estoy pensando en eso, sino en servirle al país. ¿Que si cuando ya no sirva me dan una patada y me dejan en el ostracismo? Pues de allá me sacaron, yo y mi familia ya nos habíamos ido a vivir a Torreón. Empaqué, renté mi departamento… Ahora vivo en un departamento rentado, estaba donde quería estar pero no donde debía estar, según las circunstancias que se me presentaron”.
(Fragmento del reportaje de Proceso 1888, ya en circulación)