Familiares y amigos de los 45 indígenas tzotziles masacrados en Acteal el 22 de diciembre de 1997 afirmaron: A 22 años del crimen de Estado, no se ha hecho justicia y no hay voluntad política de crear estrategias para que hechos como ése jamás se repitan.
En Acteal, durante una misa para recordar a las víctimas, celebrada por el obispo Rodrigo Aguilar Martínez, manifestaron: Llevamos 22 años denunciando públicamente los hechos y diciendo que fueron planeados por el gobierno, pero las administraciones priístas y panistas han encubierto este crimen, protegiendo a los autores materiales e intelectuales, tratando de ocultar la verdad.
Lo que sí han hecho en estos 22 años, aseguraron en un comunicado, es alimentar la impunidad y crear estrategias de desgaste en el tejido comunitario. La división de los sobrevivientes de la masacre de Acteal fue su objetivo para no investigar de manera seria a los responsables. El Estado mexicano pretende, así, dejar en el olvido su crimen.
Sentenciaron que, a pesar de ello, “no podrán matar nuestra memoria y tampoco nos cansaremos de decir que la mal llamada ‘Suprema Corte de Justicia de la Nación’ profundizó la impunidad, al liberar a los paramilitares presos y no dar a conocer la verdad, a pesar de que varios de ellos habían confesado haber participado en la Masacre”.
Recalcaron: Si una de las ministras que votó en favor de la liberación de los paramilitares es la actual secretaria de Gobernación de Andrés Manuel López Obrador, Olga Sánchez Cordero, ¿qué podemos esperar de la administración actual?
Como cada año, para exigir que se haga justicia por la masacre de Acteal, y que los hechos no queden impunes, cientos de personas caminaron algunos kilómetros en peregrinación por la carretera hasta el centro de la comunidad.
En la lectura del comunicado, recordaron: “Los paramilitares liberados hace 10 años, lejos de ser castigados, han sido premiados por servir al gobierno en su plan de campaña Chiapas ‘94’”, planeado desde la Presidencia de la República y la Secretaría de la Defensa Nacional, como parte de la guerra contrainsurgente, para acabar con nuestros hermanos zapatistas y otras organizaciones y comunidades que denunciaban las políticas corruptas y de despojo de los malos gobiernos.
Olvido y humillación
En cambio, para nuestros mártires, sus familiares y los sobrevivientes de la masacre de Acteal, lo que nos ofrece el mal gobierno es el olvido y la humillación. Algunos de estos sobrevivientes ya han fallecido, sin haber encontrado verdad y justicia; se quedaron esperando la salida del sol, pero nunca vieron su luz, aunque no lograron callarlos, ni tapar sus ojos con dinero.
Insistieron: No aceptamos ni pedimos una solución amistosa por el caso Acteal porque una reparación monetaria no siembra precedentes para que no se repitan estos hechos atroces. Al contrario, su objetivo es dividirnos y dejarnos humillados.
Continúan su búsqueda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que dicte ya el informe de fondo del caso, y frenar la impunidad y el desgaste de los sobrevivientes y sus familiares, a quienes se les ha afectado gravemente su proyecto de vida.
Ayer, ante cientos de personas que se concentraron en Acteal, familiares y amigos de las víctimas, subrayaron: A 22 años de la masacre, aquí estamos y seguimos vivos, sigue encendida la luz de la memoria por nuestras hermanas y hermanos masacrados. Acteal sigue y seguirá siendo la casa de la memoria y esperanza, aunque incomode a los amos de la impunidad.
Fuente: La Jornada