800 bebés muertos claman justicia…

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Descubierta en Irlanda una fosa con casi 800 esqueletos de niños. Los restos se encontraron cerca de un antiguo convento que acogía a futuras madres solteras. Las causas de los fallecimientos, ocurridos entre 1925 y 1961, están siendo investigadas

Por Patricia Tubella/ El País

La presión arrecia sobre el Gobierno irlandés para que abra una investigación oficial sobre el hallazgo de los restos de casi 800 niños –la mayoría bebés- en un depósito de cemento cercano a un antiguo convento que ejercía de centro de acogida de madres solteras. Los expertos aventuran que los pequeños, cuyos cuerpos fueron enterrados en secreto, sin ataúd ni lápida, fueron víctimas de la negligencia y de las precarias condiciones de vida en esa institución gestionada como tantas otras en la época por monjas católicas entre 1925 y 1961.

La existencia de la fosa en la localidad de Tuam (oeste), descubierta en 1975 pero ocultada hasta ahora del dominio público, ha sido desvelada por la historiadora local Catherine Corless durante su investigación de los archivos del convento de Bon Secours, en los que localizó los registros de defunción de 796 niños a lo largo de 36 años. La mayor tenía 9 años, y el menor, dos días. Los científicos atribuyen ese elevado índice de mortalidad infantil en el centro a los efectos de la malnutrición y a enfermedades que, como la neumonía y la tuberculosis, sugieren un deficiente cuidado de los menores. El testimonio de una mujer de 85 años (identificada tan sólo por su nombre de pila: Mary) que en su juventud pasó cuatro años en la institución ha confirmado las miserables condiciones de vida de las mujeres internadas y de sus hijos, la alimentación insuficiente, la falta de aseo y la rudeza en el trato.

La pariente de uno de los niños que vivió en aquel centro, William Joseph Dolan, ha presentado denuncia formal ante la Gardaí (policía irlandesa) para forzar una investigación sobre las circunstancias de su fallecimiento, que consta en los registros del convento aunque no así su certificado de defunción. Al tiempo, están saliendo a la luz detalles sobre el descubrimiento en los años 70 de un gran número de restos humanos no identificados en un depósito de agua cercano al mismo centro de acogida, y que podrían corresponder a niños cuyo internamiento ni siquiera fue registrado en los archivos de la congregación de Bon Secours.

 

El hallazgo de la fosa en Tuam “se ha convertido en un horrible relato del maltrato, negligencia y completa abdicación de toda responsabilidad en el cuidado de menores muy vulnerables. Y plantea preguntas que no pueden ser ignoradas”, ha reconocido el secretario de Estado de Educación irlandés, Ciarán Cannon, sobre la necesidad de abrir una investigación oficial que su Gobierno, sin embargo, todavía no ha confirmado. La campaña de los locales para construir un memorial con los nombres de todos los pequeños enterrados allí ya lleva recaudados varios miles de euros.

El convento de Bon Secours era sólo una de las numerosas instituciones que, gestionadas por la Iglesia católica, operaron durante décadas en el país para recluir –más que acoger- a mujeres “desviadas” de la moralidad de la estricta Irlanda, como se consideraba a las madres solteras. En los centros también fueron internadas muchas víctimas de abusos sexuales o mujeres procedentes de los medios más pobres, en algunos casos forzadas a trabajar sin remuneración como ocurrió en las llamadas lavanderías de la Magdalena, en Dublín (tras la publicación de un informe oficial, el año pasado, el Gobierno acordó conceder compensaciones económicas a las 600 mujeres que aún viven).

“Un estremecedor recuerdo del pasado más oscuro de Irlanda”, en palabras del ministro para asuntos de la Infancia, Charlie Flanagan, que ha conducido a la oposición del Fianna Fáil a reclamar al gobierno una disculpa pública del Estado irlandés “por el abominable trato a esas mujeres y sus hijos”. Uno de esos centros del horror, ubicado en el condado de Tipperary (centro), registró tras el primer año de su apertura en 1930 la defunción de 60 bebés, esto es, la mitad de los 120 niños allí internados. Los que sobrevivían eran a menudo vendidos a familias de otros países, como fue el caso del hijo de Philomena Lee, cuya historia fue llevada al cine en una película estrenada el año pasado y que fue nominada a los premios Oscar.

Fuente: El País

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