Estados Unidos conmemora el viernes con momentos de recogimiento y misas en todo el país los 50 años del asesinato de su emblemático presidente John F. Kennedy en Dallas, donde repicarán las campanas en su honor.
Para “llorar la pérdida de un servidor de Estado extraordinario, visionario y sabio idealista”, como lo definió el jueves el presidente Barack Obama, se producirá un minuto de silencio acompañado del doblar de las campanas de las iglesias de Dallas, Texas (sur).
Las campanas marcarán el instante preciso en el cual el presidente 35° de Estados Unidos fue alcanzado por las balas de Lee Harvey Oswald el 22 de noviembre de 1963, según la investigación oficial de una comisión especial, que la mayoría de los americanos no cree en verdad.
Oswald, simpatizante comunista de 24 años, fue asesinado dos días más tarde por el dueño de un local nocturno de Dallas, Jack Ruby, condenando al misterio las circunstancias y los móviles del atentado, que sacudió al mundo entero.
El presidente Obama proclamó el 22 de noviembre “Jornada del Recuerdo del presidente John F. Kennedy” y llamó a todos los ciudadanos a sacar las banderas a las ventanas de sus casas o empresas.
El mito Kennedy, alimentado por su juventud, su belleza y estilo moderno proyectado por la televisión, sigue intacto en el corazón de los estadounidenses medio siglo más tarde.
Tres cuartas partes de los norteamericanos colocan a JFK a la cabeza de la lista de los dirigentes estadounidenses modernos que siguen siendo “notables”, por delante de Ronald Reagan y Bill Clinton, según un sondeo de Gallup realizado la semana pasada.
John F. Kennedy, nacido en una familia rica e influyente de Boston (este), se convirtió en el presidente estadounidense más joven y el primero de religión católica, encarnando una era de esperanza para la generación de los denominados baby-boomers.
De su mandato trágicamente truncado, la historia se acuerda particularmente de su enfrentamiento con los soviéticos durante la llamada crisis de los misiles, la derrota de Bahía de Cochinos en Cuba y el programa Apolo para enviar a un estadounidense a la Luna.
Sus frases “Ich bin ein Berliner” (soy berlinés) lanzada en un Berlín dividido, y “No pregunten qué puede hacer su país por ustedes; pregunten qué pueden hacer ustedes por su país”, pronunciada el día de su investidura, permanecen grabadas en la memoria mundial.
Esta última frase se puede leer en una placa cerca de la tumba del presidente en el cementerio militar de Arlington, en los suburbios de la capital estadounidense, que es visitada por unas 3 millones de personas al año.
Pero el mito también es el de “Camelot”, la corte del rey Arturo trasplantada a la Casa Blanca, donde Kennedy vivía con Jackie, su bella, joven y siempre impecable esposa, y unos pequeños hijos que eran retratados jugando en el Salón Oval.
El momento del anuncio del asesinato del presidente y las imágenes de su desplazamiento en la limusina descapotable, al lado de Jackie enfundada en un traje Chanel rosado, donde fue alcanzado por los disparos, forma parte de la memoria colectiva mundial.
La ciudad de Dallas, apodada “la ciudad del odio” a causa del atentado, albergará una ceremonia de una hora en Dealey Plaza, lugar del magnicidio, donde serán escuchados extractos de discursos del presidente, oraciones y música solemne interpretada por militares de la Armada, el cuerpo militar en el que sirvió el mandatario. Aviones militares sobrevolarán la localidad.
En la catedral de San Mateo en Washington tendrá lugar una misa, mientras que a unas cuadras de distancia, en el Newseum, el museo dedicado a los medios de comunicación, se revivirán las horas de la cobertura televisiva del asesinato.
Todos los lugares que de alguna manera tuvieron un lugar en la vida del presidente o lo recuerdan, tienen programados eventos el viernes: minuto de silencio y música en la biblioteca JFK en Boston, misas en el museo JFK en Hyannis, lugar de veraneo familiar en el estado de Massachusetts; oraciones en la universidad JFK de Pleasant Hill, California.
Una corona de flores será depositada cerca de su busto en el Kennedy Center, el gran complejo de espectáculos de la capital que lleva su nombre, antes de un minuto de silencio.
El presidente Barack Obama ya visitó el miércoles la tumba de Kennedy, acompañado del ex mandatario Bill Clinton y su esposa, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.
Fuente: AFP