15 mil indígenas de Simojovel y los pueblos aledaños llegarán a Tuxtla para exigir al gobierno estatal que combata la criminalidad, el narcotráfico y el alcoholismo que acecha sus municipios.
Por Majo Siscar/ Animal Político
La foto de Juan Gómez -camisa roja abierta, collares y sombrero de ranchero- está en un espectacular de 3 por 5 metros en la plaza del chiapaneco pueblo de Simojovel. Su imagen es acompañada por una felicitación a los vecinos con motivo de las últimas fiestas navideñas. Juan Gómez es un cacique local y exalcalde priista. Su padre también fue alcalde. Ahora contiende por una candidatura a diputado federal. A los pies del espectacular, desde la iglesia, el párroco Marcelo Pérez lo acusa de ser el jefe del narcotráfico en el municipio y el causante de todos sus males.
Simojovel vive una oleada de criminalidad acentuada por el flujo de drogas, armas y trata de personas. Hartas, cerca de 15 mil personas, la mayoría indígenas del municipio y los pueblos aledaños, llegaron a Tuxtla Gutiérrez después de cuatro días de caminata para hacerse oír en la capital del estado. Ciento cincuenta kilómetros a pie para intentar que el ejecutivo que preside Manuel Velasco los escuche. “La única arma que nos queda al pueblo es caminar”, dice Pedro Arriaga, Vicario Episcopal de la zona tzotzil. Los caminantes son pobladores de la zona agrupados en la organización Pueblo Creyente que reúne a los feligreses de la diócesis de San Cristóbal de las Casas.
La marcha empezó el lunes en Simojovel bajo el llamado del párroco local. El Padre Marcelo, de origen tzotzil como la mayoría de la población de esa parte de la región norte de Chiapas, denuncia que llegó al municipio hace tres años y se encontró con las quejas de los vecinos. “La gente contaba muchas injusticias, asesinatos y secuestros y les dije, vayan al Ministerio Público, y me decían que si denunciaban los mataban”, explica el religioso.
Esta es la sexta marcha que convoca en dos años. La indignación creció a partir del asesinato de una anciana el 14 de septiembre de 2013. La degollaron para robar su casa.
“Aquí hay asaltos, muertos, secuestros, balaceras, prostitución de niñas y mucha droga”, asevera una maestra jubilada que no se suma a la marcha por cuestiones de salud. “Se sabe quiénes son los delincuentes pero la policía municipal no hace nada”, agrega.
“El problema es la corrupción, los Gómez controlan el municipio y a los policías, ellos controlan el narcotráfico, el tráfico de armas, permiten las cantinas aunque no tengan permiso y la autoridad no hace nada”, señala el padre Marcelo. El cura exige el cierre de las cantinas, donde acusa que se da la venta de droga y prostitución de mujeres, muchas de ellas centroamericanas. Además hace énfasis en el tema porque el alcoholismo es un problema común en la región. “Hicimos un encuentro de mujeres y ellas dijeron que la causa de su sufrimiento era el alcoholismo. Es el origen del maltrato, rompe el tejido social y del hogar”.
El 11 de marzo pasado, ya con el anuncio de la peregrinación, el gobierno estatal clausuró 14 cantinas en Simojovel y al día siguiente volvieron a amenazar al párroco. Marcelo Pérez ha denunciado amenazas desde que empezó las movilizaciones.
El 7 de diciembre de 2014 el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba) solicitó medidas cautelares para el cura ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por “riesgo a su vida, seguridad e integridad personal”. La causa, decía el Frayba en su solicitud, fue “evidenciar públicamente la situación de violencia, en un contexto de impunidad y corrupción en la región de Simojovel” y el haber “afectado intereses económicos y políticos de autoridades municipales, estatales, personas militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pequeños empresarios y de la delincuencia organizada”.
Sin embargo, Marcelo Pérez no se rinde. “No encontramos respuesta del gobierno estatal ni federal. Así que volvimos a convocar. Porque así como están las cosas está a punto de convertirse en Ayotzinapa, en Michoacán. Hay secuestros y es la misma policía ministerial”, alega.
Edgar Álvarez es profesor de Educación Física en la secundaria de Simojovel desde hace 14 años. Su condición le ayuda a sobrellevar la marcha, el convencimiento hace la otra parte. “Yo he tenido alumnos de 12 años que ya consumen drogas, no puede ser”, se indigna. Lo empezó a ver hace 3 o 4 años cuando descubrió los primeros alumnos que fumaban marihuana e incluso que consumían coca. “No hay seguridad, los vendedores de droga venden en el parque como si nada, hace poco dispararon ahí y hay gente armada en las comunidades”.
A la peregrinación, que salió de Simojovel hacia Tuxtla, se sumaron en el camino las parroquias de los municipios de Amatán, Bochil, El Bosque y Pueblo Nuevo Solistahuacán. La organización Las Abejas, que agrupa a las víctimas de Acteal, también apoyó la caminata.
Los últimos tres años que lleva el padre Marcelo en Simojovel coinciden con una burbuja económica en torno al ámbar. La extracción de este mineral es la principal fuente de ingresos del municipio, pero su exportación era escasa hasta que llegaron los comerciantes chinos. El mercado de lujo de China compra a cinco veces su precio anterior una variedad de escasa. Aún así, el poder adquisitivo de mineros y artesanos aumentó en muy poco tiempo.
Juana, artesana que regenta una tienda de joyería de ámbar en el centro de Simojovel, pule en su taller una piedra. Si le rasura un pedacito más podría llegar a la pureza que exigen los chinos. De conseguirlo, un pedazo de ámbar de cuatro gramos que vendería en menos de cien pesos, si lo deja en un gramo y medio de amarillo puro le pagaran alrededor de 300 pesos.
El ámbar amarillo -sin manchas, ralladuras, insectos o lluvia- que antes valía 15 pesos el gramo ahora se vende a 220 pesos. Si la esfera es de más de un gramo el precio por gramaje va aumentando.
Afuera de la tienda de Juana, una camioneta de alta gama cruza el pueblo, la maneja un adolescente. “Eso es la burbuja del ámbar, ganan mucho dinero y se lo gastan en mejorar su casa pero también en carros, alcohol, droga y putas, pero están en su derecho”, explica Jorge Balcázar, quien hasta diciembre era el director del Museo del Ámbar en la población.
El Padre Marcelo insiste en que el principal problema es la corrupción. “No por el hecho de tener muy o poco dinero se generan vicios o corrupción. Puede haber un boom económico pero si las autoridades impartieran justicia sería otra cosa”, concluye el cura.
Fuente: Animal Político