Por Tom Geoghegan
Mientras Nueva York reflexiona sobre el episodio probablemente más doloroso de su historia, ¿cómo recuerda la gente el décimo aniversario del 11-S?
Turistas con banderas de Estados Unidos, barreras cerrando las calles y policías estacionados en cada esquina. Para el Bajo Manhattan, esta fue una mañana de domingo cargada de emoción y tensión.
La gente que no se pudo acercar al World Trade Center por las disposiciones de seguridad querían de todas maneras estar lo más cerca que pudieran. “Necesitaba estar aquí”, fue un sentimiento común.
Cerca de una decena de policías y militares uniformados se habían reunido en Broadway antes de dirigirse a la ceremonia organizada para los familiares de aquellos que murieron.
El teniente Moshe Grusscott dijo que el ambiente era de tristeza y orgullo.
“Diez años después no nos destruyó, nos hizo más patrióticos, la forma en que el país se unió. No nos derrotó”.
En otras partes de la ciudad, la escena era normal. La ciudad nunca duerme, como todos saben, pero hay momentos en que se ve un poco adormilada.
“El aniversario es sólo una marca cronológica. Debe ser conmemorado y nunca olvidaremos, pero espero que no nos quedemos ahí“
Ron Wasserman, residente de Nueva York
En una Times Square desierta, un trabajador del servicio postal ya retirado, Ron Wasserman, de 61 años, recuerda cómo hace 10 años, las calles de la isla Staten por todo el río Hudson estaban llenas de papel de oficina quemado, cayendo del aire como confeti.
Tres personas que él conocía murieron ese día, dijo con lágrimas en los ojos, y el país cambió de forma instantánea.
“Ahora nos preocupa mucho la seguridad. Es exagerado, pero, con todo, es necesario”.
“El país se siente también más vulnerable”, señala. Él y su esposa no han volado desde el 11-S.
“El aniversario es sólo una marca cronológica. Debe ser conmemorado y nunca olvidaremos, pero espero que no nos quedemos ahí”.
El momento de silencio a las 08.46 fue observado por unas 200 personas en Times Square, la mayoría turistas, aunque el tráfico matutino en la Séptima Avenida hizo que fuera todo menos silencioso.
Gesto poderoso
Un fin de semana de eventos de aniversario en la ciudad había comenzado exactamente 24 horas antes, cuando miles de personas con camisetas blancas, diciendo: “Reflexionar, Recordar, Unir”, juntaron sus manos en Battery Park, en un evento comunitario organizado para mostrar unidad a la hora en que la Torre Norte fue alcanzada.
Bajo la mirada vigilante de la Estatua de la Libertad desde el Río Hudson la cadena de manos fue un simple pero poderoso gesto.
Cruzando el puente desde el Bajo Manhattan, el distrito de Brooklyn quizá no carga las cicatrices del 11-S, pero siente el dolor con la misma profundidad.
Mucha de la gente que murió vivía ahí, especialmente los bomberos.
“Tres compañías en esta área perdieron a todos sus hombres ese día y la pérdida aún se siente hoy en día”, dice Ed O’Donnell, jefe de Engine 202.
“El trabajo trae peligro, absolutamente, y algunos de los hombres lo sienten. Somos como una familia, así que si pierdes a uno, es como perder a un hermano”.
De vuelta al Bajo Manhattan, a 10 minutos de camino del World Trade Center, Minas Polychronakis está sentado fuera de su negocio de reparación de zapatos en Wall Street.
Él llegó a Estados Unidos, proveniente de Creta, en 1969 con US$138 y sin hablar inglés. Luego de empezar como lavaplatos, pronto tuvo su propio negocio de zapatos.
Él fue uno de los primeros inquilinos en el World Trade Center en 1976. Veinticinco años más tarde, junto con un estimado de otras 750 empresas, perdió todo bajo una pila de escombros, además de amigos y clientes que perdieron la vida.
El distrito se volvió un pueblo fantasma, pero Minas guardó lealtad al barrio y se negó a ser reubicado.
Años más tarde, su negocio próspera de nuevo, pero el hombre de 70 años está determinado a volver al World Trade Center cuando se reabra en 2013, y no quiere hablar de retiro.
“Tengo que regresar ahí”, dice. “Pasé 25 años ahí, así que se sentirá como volver a casa”.
Fuente: BBC